A partir de los ocho meses, el niño va adquiriendo cierta sensación de independencia, sus movimientos son más seguros. Ya gatea, por lo que siente el control sobre las cosas, puede alcanzar lo que desea, y moverse hacia donde quiere.
El bebé de ocho a doce meses
El niño aprende a dominar su cuerpo y a expresar mejor sus emociones; comienza a sentir mayor ansiedad ante las personas extrañas, o ante la separación de la madre. Al final de este período sus sentidos estarán tan desarrollados como los de un adulto.
A nivel motriz, comienzan a tener mayor consciencia de su propio cuerpo y de lo que pueden hacer con él (alcanzar cosas, desplazarse). Sus movimientos adquieren mayor firmeza y armonía. Las manos y las rodillas son el apoyo fundamental para el niño. El gateo supone un esfuerzo físico lo que fortalece sus músculos.
Entre los ocho meses y el año, el niño se puede sentar sin ayuda. Puede empezar a pararse y tener equilibrio a si sea por poco tiempo. Tiene curiosidad por conocer y explorar más aquellos espacios que antes no podía. Es en esta etapa donde requiere mucha atención, pues puede lastimarse, caerse o ingerir sustancias dañinas, aunque el cuidado no debe impedir que se mueva y explore.
Durante este período aprenderá a coger las cosas con mayor firmeza entre sus manos; las utilizará mejor, tomando las cosas entre el dedo índice y pulgar (en forma de pinza).
Llevará todos los objetos a la boca, este el medio del que dispone para conocer mejor los objetos, hacia los once meses dejará de hacer esto.
Hacer ruidos seguirá siendo para él su mayor entretención, por lo que golpeará los objetos unos con otros o contra el suelo o lanzarlos. Señalará todo lo que quiere y llame su atención. Hacia los diez meses se interesará por introducir objetos en recipientes e intentar abrirlos y cerrarlos una y otra vez, movimientos que favorecerán su desarrollo motriz fino, y su coordinación mano – ojo.
A nivel social, todo le despierta curiosidad. Aunque muestre interés por un objeto, su atención en él no durará mucho, pues quiere explorar varias cosas, y no puede detenerse mucho en cada una de ellas.
Cuando empiece a caminar dejará de sentirse atraído hacia los juguetes con los que jugaba antes, pues quiere conocer otras cosas, además que siente que ya puede alcanzar lo que desea.
El bebé comienza a reconocer su nombre cuando se le llama, por lo que es muy importante que desde pequeño se le llame por su propio nombre, sin diminutivos.
Actúa de forma intencionada, es decir, si se le esconde un juguete debajo de un cojín, él irá a levantarlo para sacarlo de ahí.
Busca el apoyo de un adulto cuando no puede alcanzar algo por sí solo. Da muestras abiertas de alegría y afecto, así como también disgusto o desagrado por algo.
Hacia los once meses, comienza a demostrar más su afecto por las personas que conoce, dará besos, hará cariños sin que se le pidan.
Aprenderá a reconocer las personas, y objetos, los puede señalar cuando se les pregunte por ellos.
Hacia el final de este período (un año), en promedio, el bebé podrá comenzará a utilizar adecuadamente los objetos que conoce y sabrá para qué se utilizan, por ejemplo que el teléfono es para hablar con otras persona, el vaso es para tomar un líquido y cómo se utiliza el cepillo del cabello.
JUEGOS PARA ESTIMULAR AL BEBÉ
A nivel motriz los bebés comienzan a gatear, a sentarse solos, pueden desplazarse y alcanzar los objetos que llamen su atención. Tienen mayor control sobre su propio cuerpo.
Su motricidad fina también comienza a desarrollarse. Comienzan a tener interés por objetos más pequeños, de colores llamativos.
Les agrada tomar los objetos y lanzarlos, e ir a recogerlos.
FIGURAS DE COLORES
Utilizar cubos, triángulos, rectángulos y pelotas de espuma para que no se lastime, ayuda a que el niño desarrolle su creatividad haciendo formas y figuras con ellos.
Las pelotas favorecen el desarrollo motriz y muscular del niño. Cuando patea su equilibrio también entra en juego, y adquiere mayor estabilidad. Lanzársela para que él tenga que alcanzarla, y motivarlo a que la patee ayuda a desarrollar su equilibrio y estabilidad.
LOTERÍAS Y JUEGOS DE TARROS
Las loterías favorecen el desarrollo del niño en sus áreas motriz, intelectual y visual.
El bebé debe identificar en el tablero las figuras por su forma y color, y colocar sobre el tablero la correspondiente a cada una de ellas. Se debe enseñar cuáles son las figuras, aunque él ya ha estado familiarizado con ellas a través de los juegos empleados en las etapas anteriores, y repetir el juego una y otra vez; recuerde que esta es la forma en que aprende el niño, felicítelo cuando logre hacerlo correctamente, y repítalo cuando no lo haga, mostrando las diferencias entre formas y colores.
Los niños en etapa comienzan a desarrollar la motricidad fina, ayudarle con juegos de frascos que él pueda tapar y destapar fácilmente ayudará en este aspecto; se le puede dejar objetos dentro de éstos para que los saque y vuelva a introducirlos, ayuda a mantener la percepción de dentro y fuera.
Sacarlo a parques donde pueda interactuar con la naturaleza sentir el pasto, el viento, colores y sensaciones diferentes a los que vive en su casa le proporcionará al niño un sin numero de experiencias que favorecerán su aprendizaje.
Jugar con él, hablarle, contarle cuentos, mostrarle afecto y enseñarle a demostrar cariño son estímulos que harán que el niño mantenga mejores lazos afectivos, desarrolle vínculos y mejore su área social.
Es importante acompañarlo en sus juegos, enseñarle a jugar, pero dejar que él lo haga solo favorecerá su independencia, hacerlo persistir cuando no logre los objetivos, cuando no lo haga bien, favorecerá su tolerancia a la frustración y le generará la seguridad de que él puede lograr lo que se propone.
Ser padres no es una tarea fácil, no hay manuales ni textos que permitan saber cómo hacer bien las cosas, pero la mejor manera de hacerlo es con amor, entrega y tiempo, compartir con los niños es la mejor fórmula para favorecer el desarrollo de niños más inteligentes y estables emocionalmente.
Autor: PEQUENAS_COSAS