Agua
-El agua potable, por definición, no debe estar contaminada ni contener nada perjudicial para la salud, y también puede ser adecuada para preparar las mamaderas; pero en algunas zonas contiene demasiadas sales minerales y sustancias que convienen poco a los bebés, por lo que, a menos que se tenga la confirmación positiva por parte del pediatra de que los biberones se pueden preparar con agua del grifo, es mejor emplear agua de bebida envasada de bajo contenido en minerales.
-Los filtros domésticos para ablandar el agua intercambian su calcio con otros minerales cuyo exceso la hace menos apropiada aún para preparar mamaderas y, además, se contaminan fácilmente con microbios.
-No es necesario hervir el agua de bebida envasada, pues si la botella se manipula higiénicamente y se conserva cerrada, debe mantenerse libre de microbios.
-Si se utiliza agua potable del grifo, probablemente sea excesivo hervirla, ya que sólo muy excepcionalmente podrían encontrarse en ella algunos microorganismos, que tampoco causarían problemas graves en un niño normal.
-Según la OMS, el tiempo mínimo necesario para que la ebullición elimine del agua cualquier agente infeccioso oscila entre 1 y 5 minutos según la altura sobre el nivel del mar a que se halle (un minuto a nivel del mar y uno más por cada 1.000 metros de altura). Prolongar ese tiempo hasta los 5 ó 10 minutos que indican otros organismos puede aumentar la concentración de sales minerales y otros elementos hasta niveles poco adecuados para preparar las mamaderas de un bebé, y obliga a replantearse la conveniencia de optar por agua de bebida envasada.
-Hay leches líquidas para bebés ya preparadas, algo más caras que las leches en polvo pero muy cómodas, y que solucionan cualquier conflicto derivado del agua con que se han de preparar las otras.
Leche
La llamada «leche maternizada» que se emplea para la lactancia artificial se elabora normalmente a partir de leche de vaca, pero los bebés no deben tomar nunca leche de vaca normal, ni entera ni desnatada.
Existen en el mercado numerosos tipos de leche para bebés, que esencialmente se reducen a los siguientes:
– Normales:
– De inicio: hasta el cuarto o quinto mes.
– De continuación: desde el cuarto o quinto mes.
– Unitarias: del nacimiento al año.
– De crecimiento: de uno a tres años.
– Con pequeñas variaciones que pretenden dotarlas de alguna propiedad especial:
– Anti-regurgitación
– Anti-estreñimiento
– Anti-alérgicas (preventivas)
– Medicamentosas:
– Sin lactosa
– De soja
– De hidrolizados de proteínas
Todas las leches para bebés deben cumplir las condiciones que periódicamente revisa e impone un comité internacional de expertos, fijando unos márgenes en cuanto a su composición. Para un tipo determinado de leche, las diferencias entre las numerosas marcas que existen en el mercado son mínimas, pero el pediatra puede recomendar una u otra según su propia opinión sobre la importancia e interés que para el bebé pueden tener los detalles que la distinguen.
Aunque las casas comerciales reservan las novedades para las leches que distribuyen en las farmacias, cualquier modificación que hayan introducido tratando de mejorar su composición no debe apartarla de los márgenes y condiciones generales que los expertos consideran necesarios, y un cambio no siempre supone una mejora sustancial.
Entre las distintas leches normales, no hay diferencias capaces de resolver problemas importantes y es muy poco recomendable ir probando al azar, entre otras cosas, porque el problema que se pretende solucionar con el cambio no suele ser debido a la leche.
Una vez abiertos, los botes de leche en polvo pueden conservarse durante un mes, siempre que se mantengan herméticamente cerrados después de cada uso, en un lugar fresco y seco.
Mamaderas
-Las mamaderas se fabrican con vidrio o plásticos que resisten altas temperaturas sin degradarse ni liberar sustancias que puedan pasar a la leche.
-Con las mamaderas estrechas y largas es más fácil un exacto ajuste de la cantidad de agua al nivel deseado.
-Las tetinas deben ser suaves al tacto, blandas para poder adaptarse bien a la boca del niño, y con un orificio especial para evitar que al chupar se haga el vacío dentro del biberón.
-Hay tetinas de látex y de silicona. El látex es un caucho natural que tiene el inconveniente de degradarse y coger mal aspecto con el uso, cosa que no ocurre con la silicona, que en contrapartida es menos elástica y resistente a los mordiscos.
-Si el orificio de la tetina tiene un tamaño adecuado, la leche debe gotear bastante rápidamente, pero no a chorro. Un orificio pequeño puede dificultar la toma y hacerles tragar mucho aire, y con uno demasiado grande, se pueden atragantar o acaban tan pronto que no satisfacen la necesidad que tienen de chupar, además de alimentarse.
-Cuando es necesario agrandarlo, por ejemplo si el pediatra ha mandado espesar la leche para disminuir las regurgitaciones, se puede hacer con una aguja al rojo vivo, que se manipula sin peligro de quemarse clavando su cabeza en un corcho.
Limpieza
-Siempre hay que lavarse bien las manos antes de manipular alimentos.
-Las mamaderas y tetinas deben lavarse con agua y jabón antes e inmediatamente después de cada uso, empleando un cepillo especial para eliminar cualquier resto de leche que pueda haber quedado y que se contaminaría fácilmente.
-Es prudente hervir la tetina una vez al día, pero la costumbre de hervir todo en cada toma es innecesaria y carece de sentido a partir del momento en que el bebé empiece a llevarse todo a la boca.
-Los métodos químicos de esterilización se anuncian como muy efectivos, pero los microbios que puedan quedar en un biberón usado normalmente tras mantenerlo cinco minutos en agua potable hervida son inofensivos.
Preparacion
Las mamaderas deben prepararse siempre según las proporciones recomendadas, generalmente 30 mililitros de agua por cada medida de leche. Poner más, como a veces se hacía en un intento de sobrealimentar al niño, puede ocasionar su deshidratación; poner menos es engañar su apetito con agua.
– Para ser exactos, es mejor no trabajar con medias medidas y cuando conviene aumentar el volumen de un biberón, hacerlo en 30 mililitros de agua y una medida completa de leche, aunque el niño no se lo vaya a acabar todo.
– Las medidas deben ser rasas y sin comprimir.
– Se empieza por llenar la mamadera hasta el nivel deseado y luego se añade la leche en polvo que corresponda, y no al revés. Existe cierta tendencia a equivocarse invirtiendo el orden (poniendo primero la leche y completando hasta el nivel, con lo que entra menos agua de la debida), porque la forma habitual de evitar que se formen grumos en una disolución, es prepararla con un pequeño volumen de líquido más caliente, agitarlo un poco y luego añadir hasta completar. Para preparar los biberones, este truco sólo puede utilizarse si previamente se ha comprobado cuál es el volumen final de leche que se obtiene.
– Existen termómetros para comprobar que la mamadera esté a la temperatura ideal, es decir, los mismos 36 ó 37ºC del cuerpo humano y la leche materna; pero lo más importante es comprobar que no estén demasiado calientes, vertiendo sus primeras gotas en el dorso de la mano, tras agitarlo para repartir uniformemente el calor.
– Si los aceptan igualmente bien, no hay inconveniente en que los tomen a temperatura ambiente; muchos lactantes mayorcitos los prefieren más bien fríos.
– Los microondas no reparten bien el calor y calientan menos el recipiente que su contenido, con lo que es fácil abrasar la boca de un bebé con la leche de un biberón que por fuera está frío. Por eso, es más recomendable calentarlos bajo un chorro de agua caliente, al baño maría o por medio de un calientamamaderas.
Conservacion
Nunca se deben guardar las sobras de una toma para otra, ni siquiera en la nevera.
-La leche se contamina relativamente pronto a temperatura ambiente. Siempre es preferible conservar las mamaderas preparadas en la heladera.
-Utilizar un calientamamadera para mantenerlas tibia hasta la hora de la toma aumenta la posibilidad de contaminación microbiana.
-Cuando se preparan mamaderass para todo el día, conviene extremar las medidas higiénicas y esterilizarlo todo muy bien, con un método químico o hirviendo durante cinco o diez minutos biberones y tetinas, por un lado, y el agua, por otro. Una vez preparados, se cierran tapándolos con las tetinas hacia adentro y se conservan en la nevera.
Autor: CHOCOLETTE