Hay situaciones inevitables (o no tanto) en las que tu auto puede gastar más combustible. Hicimos las pruebas para que en esta nueva época de crisis sepas cuánto te pueden hacer doler el bolsillo.
La modalidad inicial, como alguna vez hicimos en la sección Cazadores de Mitos, fue la de viajar con el auto en las mejores condiciones posibles para obtener un bajo consumo. Nada de aire acondicionado, vidrios cerrados, ninguna compañía para el conductor, cero equipaje y los neumáticos a la presión recomendada. Todo un desafío para el pobre Guido Tonelli, que tuvo que viajar sólo, casi asfixiado por el calor de noviembre y encima sin radio, porque el 206 Generation no lo trae de serie.
Con esas condiciones completamos el circuito con un consumo de 5,3 litros cada 100 km. Esa es la cifra «madre», la que después nos sirvió para comprobar cuánto se incrementa el consumo según las distintas variables.
1) Vidrios Abiertos: 5,6 l/100 km + 6%
Aunque tenía las toberas abiertas en el primer recorrido (no somos tan despiadados), los 57 km de la segunda vuelta con los 4 vidrios abiertos fueron un bálsamo para Guido. Lo malo es que luego tuvo que visitar al otorrinolaringólogo. No saben lo que es ir en la Panamericana con el viento entrando por todos lados, sobre todo por tus oidos. Claro que ese viento también opuso una fuerte resistencia al paso del 206, con lo que los consumos se elevaron, aunque no en forma alarmante. Apenas un seis por ciento más, hasta llegar a los 5,6 litros promedio. Eso se nota en la ruta, cuando la velocidad y la resistencia aumentan en igual medida. En la ciudad, llevar los vidrios abiertos no representa ninguna modificación en el consumo, aunque según por la zona que vayas puede ser la diferencia entre que sigas con el auto o se lo lleve otro.
2) Aire Acondicionado: 6,3 l/100 km + 19%
Aquí las cosas cambian, no sólo porque el viaje se hace mucho más placentero, sino porque el consumo se dispara casi hasta un 20 por ciento más. Después de comprobar una vez más el gasto de combustible, Tonelli saltaba de alegría sabiendo que la lucecita verde testigo del aire conectado le iba a dar las primeras alegrías en una calurosa jornada. Cabe aclarar que ese 20 por ciento extra es sobre la prueba original. Si tomamos en cuenta los vidrios abiertos (que es la verdadera disyuntiva), la suma es del 12 por ciento. La merma en el rendimiento es notable y no sólo se da en los consumos. En la prueba de 0 a 100 km/h, con respecto al 206 con los vidrios abiertos, demoró casi un segundo más, al igual que en las pruebas de 0-400 y de 0-1000 metros. A la hora de recuperar, fueron siete décimas de segundo más para acelerar de 80 a 120 km/h en cuarta velocidad.
3) Menor Presión de Neumáticos: 6,6 l/100 km + 25%
Una vez comprobados los consumos de la prueba anterior, el paso siguiente fue bajar la presión de los cuatro neumáticos cinco libras. Una diferencia que bien puede ser la que tenga alguno o todos tus neumáticos si no le prestás la atención que requieren. Esperamos un poco para dejar que las gomas se enfrien (en caliente la diferencia puede ser de tres libras) y pusimos manos a la obra. Una vez más salimos a dar vueltas por el recorrido mencionado, pero esta vez con el aire acondicionado puesto porque sino Tonelli nos hacia juicio por trabajo insalubre. En esta oportunidad el consumo aumentó un 5 por ciento con respecto al de presión normal. Pero el tema del inflado no sólo influye en el consumo, sino que también modifica el comportamiento del auto, más que nada en curvas cerradas, donde acusa mayor deriva. Lo hicimos con las cuatro en la misma situación. Imaginate que cuando la presión es distinta en todas el agarre varía todavía más.
4) Con Cuatro Pasajeros: 6,7 l/100 km + 27%
Volvimos a poner la presión recomendada por fábrica y subimos tres personas más al 206 Generation. Claro que dejamos el aire puesto porque sino ahora eran cuatro los juicios que íbamos a tener que soportar. Por fin Guido pudo tener algo de charla, porque hasta allí sólo el playero era testigo del día de pruebas, y la cara que tenía a esa altura dejaba en claro que ya estaba harto de que le contaran cómo se aumentaba el consumo con cada prueba. Subimos a todos flaquitos, entre 70 y 80 kilos, lo que representa cerca de 220 kilos extras a los 80 que acusa Tonelli en la balanza. Contrariamente a lo que pensábamos, las cifras no subieron tanto, un seis por ciento más que sin los tres pasajeros extras. Así que ya no valen las excusas antes tus amigos con eso de no llevarlo porque gastás más o «pedirles un centro» por el mayor gasto de combustible. Claro que si comparamos con las cifras iniciales, el consumo es un 27 por ciento mayor. Con respecto a las cifras de aceleración y recuperaciones, en el 0 a 100 tardó 3,4 segundos más que con el conductor únicamente, diferencias que redujo en las de 400 y 1000 metros. En la de 80 a 120 tardó 3,1 segundos más. Un dato para tener en cuenta a la hora de adelantarse en la ruta.
5) Pasajeros con Equipaje: 7,1 l/100 km + 34%
Dejamos a los pasajeros arriba, pero ahora le sumamos equipaje. Unos 80 kilos, porque los muchachos son de trasladar muchas cosas. Como son flaquitos y coquetos, llevan pesas para mejorar y modelar el cuerpo. Hablando en serio, la idea era cargarlo fuerte, simulando también llevar un quinto pasajero, ya que cualquiera de las dos situaciones es bastante frecuente. El consumo alcanzó los 7,1 litros cada 100 km, un siete por ciento más que sin equipaje. Pero dónde más se notaron las diferencias fue en las pruebas. La de 0 a 100 km/h demandó apenas tres décimas más, pero la de 400 metros pidió casi 11 segundos más, en tanto la de los 1000 metros se estiró a casi 12. En la de 80 a 120 fue un segundo y medio mayor.
6) A Fondo: 8,3 l/100km + 57%
Esta vez cambiamos radicalmente el manejo. Con la idea de dejar de pasar los cambios antes de las 3.000 vueltas para estirarlos cerca de las 5.000, Guido bajó a los tres ocupantes y también a sus bolsos y tuvo que acelerar más de la cuenta, algo que no le cuesta demasiado. Se trata de algo absolutamente arbitrario, porque cada uno tiene su propio estilo de conducción, aún cuando se quiera decididamente gastar más. Para ello estiramos los rebajes a la hora de un sobrepaso, le pedimos ayuda a la caja para frenar y adoptamos un manejo más agresivo, sin por ello sobrepasar las velocidades máximas ni incurrir en absurdos cambios de carril. Lo que queda claro, más allá del tipo de manejo que puedas tener, es que estirar las revoluciones es el peor aliado del consumo, y en estos tiempos, el mayor de tus enemigos.
Autor: MARTINA MLS