Los niños criados al pecho no necesitan ningún otro alimento antes de los cinco o seis meses, pero en algunas ocasiones la madre se decide a sustituir antes (por su reincorporación al trabajo, por ejemplo) alguna toma de pecho por biberones.
La norma más importante para el destete es planificarlo con tiempo y efectuarlo de forma progresiva, no retirando más de una toma de pecho cada cuatro o cinco días, para permitir que ambas partes se adapten sin problemas a la nueva situación.
Por lo que respecta a la madre, esto permitirá que la misma ley de oferta y demanda que le hacía aumentar la producción de leche en respuesta a la demanda del bebé, la lleve ahora a disminuirla tanto como el pequeño deje de vaciarle el pecho.
– Aunque se empiece por sustituir una sola toma, es normal que al principio el pecho moleste hasta que el niño lo vacíe a la siguiente; sólo cuando desaparezca totalmente el malestar, indicando que se ha alcanzado el nuevo equilibrio, se podrá pensar en retirar otra toma, si se desea.
– Un niño muy hambriento aceptará peor cualquier cambio; por eso, se empieza por sustituir la toma que el niño suele hacer con menos interés, dejando para el final la primera y la última del día.
– Es mejor retirar tomas alternadamente, para que las molestias sean menores y para que el bebé no pase tanto tiempo sin mamar como solía. Por ejemplo, si el bebé hace seis tomas y se quieren mantener la primera y la última, que es una situación bastante habitual en la madre trabajadora, el orden lógico será empezar por eliminar la quinta, luego la segunda, la cuarta y la tercera.
– Si durante este proceso se produce una congestión mamaria que incomode mucho, la madre o el niño, según las circunstancias, deberán vaciar el pecho, aunque solamente lo imprescindible para hacer tolerables las molestias, porque en caso contrario, la producción de leche no cesará y la situación se mantendrá indefinidamente. Si lo hace el niño, con medio minuto en cada pecho suele ser suficiente.
Sin embargo, la parte más problemática del destete suele ser la reacción del bebé; para superarla, se requiere una equilibrada combinación de firmeza, comprensión y seguridad:
– No ceder y no darle de mamar hasta la toma que le corresponda, ofreciéndole, sin forzarle, el biberón de leche.
– No perder los nervios y, menos aún, enfadarse, porque la reacción del niño es absolutamente normal y necesita comprobar que no ha variado el afecto de su madre.
– Estar absolutamente convencidos de que no le va a pasar nada por no mamar mientras tenga un biberón cerca; finalmente, todos acaban por aceptarlo y aprender que el biberón también puede saciarlos.
Si la negativa del bebé le ha hecho saltarse una toma, la próxima vez que deba intentarse, se puede probar a preparar el biberón con leche materna, pues a veces, no es la tetina lo que rechazan sino el sabor de la nueva leche. En ese caso, el cambio será aún más gradual, pasando de pecho a leche materna en biberón y de éste al biberón con leche normal para bebés.
También puede ayudar que no sea la madre quien le dé el biberón, para que el niño no se ponga tan nervioso. Aunque si lo acepta bien, es posible que perciba menos el cambio si es ella quien sigue alimentándole.
Autor: CHOCOLETTE