Muchos bebés mayorcitos vacían el 90% del pecho en los primeros cinco o diez minutos de la toma y saben mamar con extraordinaria eficacia, de modo que una toma breve no tiene por qué ser insuficiente. Sin embargo, los recién nacidos apenas están aprendiendo a mamar y pueden necesitar quince minutos para obtener todo lo que necesitan, y también hay madres a quienes les sube la leche más lentamente porque tienen un reflejo de eyección perezoso.
En todo caso, hay tres motivos para permitir que las tomas duren hasta que el niño lo decida, soltándose o quedándose dormido y relajado:
– Cuanto más completamente se vacíe el pecho, mejor se mantendrá la producción de leche.
– El niño ha de poder satisfacer no sólo su apetito, sino también su necesidad de chupar.
– La composición de la leche va cambiando a lo largo de la toma, de modo que mientras al principio es más aguada (induciendo a pensar erróneamente que es de baja calidad) y contiene más azúcares, progresivamente se va volviendo más cremosa y rica en grasa y calorías. Suspender la toma antes de tiempo es privar al bebé de esa leche, que es la que más le sacia.
Contra esta actitud, se halla el temor a que una toma excesivamente larga lesione el pezón; sin embargo, lo que suele suceder es que las tomas se alargan cuando el niño está mal cogido y no es capaz de saciar su apetito, y no es la duración sino la mala técnica lo que, efectivamente, acaba por lesionarlo, tanto más cuanto más se prolongue una fricción que no debiera existir. Realmente, si mama bien, un recién nacido no necesita más de 10 ó 15 minutos durante la primera semana y luego tampoco es normal pasar de 20 minutos o, como máximo, de media hora. Pero si eso sucede, lo que hay que hacer no es limitar la duración de la toma, sino mejorar la postura y procurar que se agarre mejor.
CONVIENE TENER PRESENTE QUE …
– Los primeros días, hasta que el bebé recupere el peso de nacimiento y se sepa con certeza que tiene energía para reclamar su alimento, no se deben dejar pasar más de tres horas (contando siempre desde el comienzo de la toma), ni de día ni de noche, sin ofrecérselo. Mamar menos de seis veces al día durante la primera semana no suele ser un signo de satisfacción sino de debilidad.
– De noche sólo hay que despertarle durante ese mismo periodo de tiempo, antes del cual sólo hay que darle si lo reclama.
– Darles cuando piden no significa darles en cuanto lloren; ni el pecho ni el biberón deben utilizarse como un chupete. Si se calman con medio minuto de pecho o con cuatro gotas de biberón, es probable que sólo necesitasen compañía.
– El hecho de que la leche materna se digiera mejor y más rápidamente explica que los niños alimentados al pecho suelan pedir más a menudo que los que reciben lactancia artificial.
– Las tomas excesivamente frecuentes en un bebé criado al pecho que por lo demás parece ir bien, pueden ser debidas a que no se coge adecuadamente o no se le deja mamar todo el tiempo que necesita para ingerir la leche del final de la toma, más rica en grasas y que, por tanto, saciaría durante más tiempo su apetito.
– La flexibilidad es aplicable a ambas partes y la adaptación debe ser mutua, de modo que si a la madre le conviene adelantar una toma por el motivo que sea, puede despertar al bebé y ofrecérsela antes de lo previsto.
– Durante el día es mejor no dejar pasar más de cuatro horas sin darles de comer, para que luego no suceda que pidan más de noche que de día.
Autor: CHOCOLETTE