ALGUNAS CONSIDERACIONES IMPORTANTES QUE DEBERÍAN SABER LOS QUE VENDEN CUCHILLOS CRIOLLOS, O MEJOR AÚN LOS QUE LOS COMPRAN.
Quisiera creer que sólo se trata de ignorancia, para no tener que pensar en la mala fe. No concibo la idea de que un vendedor no sepa lo que vende, o que su irresponsabilidad sea tal que le dé lo mismo con tal de juntarse con unos pesos. Pero mejor será que cambie el enfoque y me dirija a la víctima, o se el comprador, que siempre va a ser de buena fe. Los ejemplos están basados en avisos publicados pero por supuesto no los identificaré para darles a algunos la posibilidad de «arrepentirse».
1º) Cuando le ofrecen un cuchillo con cabo y vaina de alpaca y oro, SIMPLEMENTE ES MENTIRA. Y la razón es la siguiente: si un orfebre está dispuesto a incluir oro en una obra, no va a utilizar jamás alpaca como base, porque ese material no tiene la ‘nobleza’ suficiente para acompañar al oro. Utilizaría en tal caso plata, de título no inferior a 900, y con preferencia plata ‘esterlina’ de título 925.
Entonces, si no es alpaca y oro, que es? Es un material conocido como ‘double’ que es una base de cobre con una película electrolítica muy superficial de oro bajo. También se lo llama enchapado, aunque en este caso la calidad puede variar y contener un porcentaje mayor de oro, pero no es lo que se utiliza en estos casos. Esta clase de enchapado, es el que se aplica comúnmente en piezas de plata, ya que el oro macizo es raramente utilizado por su costo. Por último, y más común, esta el ‘simil’ (de similar) que es una aleación de bronce y cobre que imita perfectamente el color del oro rojo. Desgraciadamente se siguen publicando esas barbaridades por ignorancia…
2º) Existen trabajos de muy buena calidad en alpaca realizados por algún platero o artesano pero, lamentablemente, son los menos. Una pieza de esas características puede alcanzar el valor de una de plata ya que el trabajo es el mismo, sólo que el costo del material es inferior.
El resto de las piezas que se ofrecen NO SON ARTESANALES. SE FABRICAN EN SERIE POR ESTAMPADO, O BIEN CINCELADOS PERO SOBRE PATRONES FIJOS POR VARIOS OPERARIOS COMO SI FABRICARAN CHORIZOS.
Esto nos lleva a la parte más importante del cuchillo como tal, y la que define su precio: LA HOJA. Si usamos el razonamiento de la alpaca y el oro, NO HA DE SER DE GRAN CALIDAD la hoja que se encaba y envaina con los métodos mencionados.
Nuestras hojas de batalla son las muy famosas y conocidas fabricadas en nuestra Solingen vernácula: Tandil. Hoy ya no existe la diferencia de calidad entre las distintas marcas, todas utilizan el mismo material y método de fabricación, en consecuencia la variación en su costo, es antojadiza. ¿Las antiguas? Sí, las hay todavía. Pero alguien que no sea un estudioso y coleccionista, que conozca todos los cuños utilizados por las distintas marcas a lo largo de los años, donde una pequeña diferencia en una «A» o una «M» nos indica en que período fue hecha, difícilmente pueda datar una hoja. Y mucho menos -y con todo respeto- un señor que vende un «Antiguo facón gauchesco» (sic), a $600.- (precio en el Once $68.-) en Mercado libre, junto con un paraguas para dama, una cortina de baño y una chapita para espirales!!
3º) Los pseudos verijeros y caroneros. Cabría aquí definir primero qué es un verijero y qué es un caronero, ya que las palabrejas se han puesto de moda entre los oferentes.
Un verijero, es un cuchillo de no más de 15cm. de hoja al que se le daba en el campo un uso general y era, por excelencia, el cuchillo. Se usaba para todo lo que puede ser usado un cuchillo en las tareas rurales y domésticas. Así servía tanto para comer, como para cortar una lonja, capar un animal, sacar una espina, picar tabaco y todo lo que a usted se le ocurra; incluso rascarse la espalda o como escarbadientes! Decía mi abuelo que «sirve tanto pa’brir un asau como pa’ cerrar una discusión…» Y tan eficiente herramienta debía llevarse siempre a la mano, lo que dado su tamaño, la experiencia y la práctica lo ubicaron en la cintura y en el punto anatómico más cómodo: la ingle. Y todos sabemos que el paisano llamaba «verija» al pliegue inglinal. Bueno, de ahí el nombre: verijero, porque se portaba en la cintura con la punta (envainada!) inclinada hacia la verija. Podía perfectamente portarse atrás, como el facón, pero por su pequeñez era muy fácil perderlo de a caballo. El facón, en cambio, nació como arma de defensa o de combate, pero a falta de otra cosa, cumplía también el rol de herramienta de uso general.
Similar historia tiene el caronero. La hoja del caronero no mide menos de 45 ó 50 cm. y es lisa y llanamente un arma de combate. Sustituto del sable, versión telúrica de la espada, el caronero no era portado por el hombre como el cuchillo, sino que lo llevaba sujeto debajo de las «caronas», pieza de cuero vacuno que formaba parte del apero o recado criollo, en consecuencia de allí deriva su nombre: caronero, que va debajo de las caronas. El caronero nace como parte del ingenio del gaucho, ya que no se fabricaban como tales. El gaucho o un herrero de campaña, los confeccionaba a partir de un sable o espada rotos o modificaban alguna de estas armás que habían «olvidado» devolver a la milicia. Básicamente se usaba para pelear de a caballo, o de a pié si se estaba en desventaja .
Bien, ya más o menos descripto el uno y el otro y dejando afuera al facón, la daga, la cuchilla, etc. por no pretender hacer aquí un tratado de cuchillería, -ni me considero capacitado para ello-, vamos a ver con qué impunidad cultural se manejan nuestros serviciales oferentes. ¡Lástima que me prometí no dar nombres ni pistas puntuales que identifiquen a los usuarios que publican las más aberrantes ofertas! Pero convengamos que, al menos por respeto a la comunidad, deberían informarse un poco más sobre los artículos que venden. Algunos muestran la hilacha y la mala fe y el olor a estafa les brota por los poros, otros serán un poco menos delincuentes pero si pasa, pasa. Hay los que no saben hacer la «o» con el culo del vaso, y recurren a una fuente inagotable de sabiduría: ¡los ya publicados! O sea, si alguien publicó una locura, como no sé, ni me interesa, lo copio y el manicomio sigue extendiéndose. Puede tratarse de que tomó como referencia una pieza de alto valor real, y como en la foto se parece a lo que tengo, entonces lo mío vale igual… pero como además no sé describirlo, también copio la descripción y es allí donde aparecen los «verijeros» de medio metro y los «caroneros» de bolsillo.
4) Y como cantaba Alberto Castillo, «Siga, siga, el Baile». Porque ahora vienen unas «perlitas» sin desperdicio!
Se denomina título al porcentaje de pureza de los metales preciosos como la plata, siendo 900 (90% plata pura 10% de cobre) el título más empleado en platería. Todo platero está obligado a acuñar las piezas realizadas con el título empleado y respalda con su cuño personal (que debería estar registrado) la calidad de la aleación. Por regla general, sólo con el cuño del título es suficiente para deslindar de responsabilidades al vendedor si un análisis de laboratorio arrojara un título diferente al acuñado. En conclusión: si no está el título, no es plata. Entonces, ¿no es una redundancia dudosa el anunciar con letras tipo «Cronica» «PLATA 900 SELLADA» (Hago mal en mencionar que el cuño 900 se compra en la calle Libertad)
¿Y quieren saber algo más? Las auténticas piezas criollas antiguas como frenos, espuelas, estribos, estriberas, etc. etc. etc., jamás eran de plata 900! Se usaba plata de título de entre 500 y 800. Esto era así no por una cuestión de costos o baja calidad, sino por practicidad. En aquella época eran elementos de uso cotidiano y no ornamentales como hoy. Ocurre que en la medida que baja el título, sube la dureza de la plata y si tuviéramos un par de estribos de la más fina plata esterlina (925), donde le ponemos la pata para montar, nos quedamos sin estribo. Así de sencillo. Por eso los elementos de plata de uso regular, eran de plata más baja que la utilizada en joyería. ¿Nunca vieron en Mercado Libre «ANTIGUOS ESTRIBOS DE PLATA 900 SELLADOS!!» Busquen, busquen, no se van a quedar con las ganas.
Pero el afirmar la calidad, la antigüedad y por supuesto el valor de una pieza por sus cuños o sellos no se limita a la plata. Un vendedor publicó un artículo de alpaca (no recuerdo si un mate, o un cuchillo) y muy eufórico, con letras catástrofe «… de Alpaca ¡¡¡SELLADA!!!» casi me deja sordo al leerlo… ¿Pensará que así justificaba la guasada que pedía? Creo que si.
La alpaca, (metal blanco, plata alemana, coco, etc.) es una aleación de latón, níquel y zinc; es un noble material que produce infinidad de objetos hermosos, pero no es metal precioso ni semiprecioso, porque esas categorías están reservadas para los metales puros (oro, plata, cobre) pero por su color y pulimento es un buen sustituto de la plata y por su dureza y precio, en algunos casos, más práctico que la misma plata. Pero su valor como metal, es inferior al cobre. El oro puro (24k =100%) lleva cobre para ser oro 18K (18k = 75%) y la plata pura (1000 = 100%) lleva cobre para ser 900 (900 = 90%) De ahí que el cobre es más noble que la alpaca, pero… ¿alguna vez vio ¡¡COBRE SELLADO!!? No, seguro que no. Para no hacerla tan larga: la alpaca si está sellada o no, no cambia el precio. Un argumento menos.
Pero el tema de los sellos y cuños se ha hecho obsesivo en los malos vendedores. Ahora le toca a las hojas de cuchillo. No hay hoja de cuchillo, por pedorra que sea, que no tenga algo en la hoja. En los casos en que no tienen marca alguna, probablemente se traten de piezas de cubiertos de muy baja calidad producidas en talleres o fábricas pequeñas no dedicadas específicamente a cuchillería donde no se justificaba la elaboración costosa de un cuño y el martillete o maquinaria necesaria para aplicarlo.
Pero por regla general, todas llevan alguna marca. Entonces no es de destacar que una hoja tenga un cuño, sino qué cuño tiene. Todos habremos visto alguna vez la famosa palabra «SOLINGEN» estampada en un cuchillo, pero… ¿Solingen qué? Porque se piensa en Solingen como en una afamada marca y lamentablemente no lo es. Solingen es a Alemania, lo que Tandil a Argentina o Toledo a España: un lugar geográfico donde destaca la acería y la metalurgia, y donde se asientan las más afamadas fabricas de cuchillos. Pero Solingen es grande… y los pequeños e ignotos talleres sobran. Los inescrupulosos no son patrimonio de MLibre, y algunos exportadores compraban las pequeñas producciones sin marca -y calidad bosta-, y ¡a Sudamérica! Que allá algún pillo lucrará con la ignorancia de los sudacas. Así llegaron los cuchillos que sólo dicen Solingen. Me faltó mencionar que algunos, vaya uno a saber la procedencia, si usaban Solingen como marca pero no registrada.
5) Y ahora la antigüedad. ¡Lindo tema! ¿Qué es antiguo? ¿Dónde empieza y donde termina? Una vez un vivillo de San Telmo explicaba que un objeto, para considerarse antiguo, debía tener 25 años. ¡Que lástima, pobre hombre! Ocurre que yo tengo una sobrina de 28 años, pero lamentablemente para él sería muy antigua… Y qué queda para mi, entonces? Con casi 58 años debo valer una fortuna!! Y sin embargo mi mujer quiere regalarme…!
Bueno, y hablando de cuchillos, qué consideramos antiguo? Para mí, algo, mientras sea contemporáneo, no debe considerarse antiguo. Puede ser viejo, fuera de moda, pero no antiguo. Antiguo es una palabra que nos remonta en el tiempo a épocas que no conocimos. Si ponemos en una habitación a un recién nacido y a un anciano de cien años, ambos están compartiendo un mismo espacio temporal y son contemporáneos, pero para el niño las vivencias del anciano le son desconocidas y para el anciano lo será el futuro del niño. Para no entrar en disquisiciones filosóficas de las que luego no podamos salir, se me ocurre que un objeto centenario o próximo (80 años) recién debería considerarse antiguo. No debo estar muy errado desde el momento en que se ha inventado el término «Retro» para definir y vender todas las porquerías que nos sobraron de los años ’70 y ’80. De más está decir que la muletilla «antiguo», se usa en MLibre a lo tonto. ¿Nunca vieron en venta un «antiguo» que aún se fabrica y lo venden en la ferretería de su barrio? (y más barato, por supuesto) Se me acaba de ocurrir una idea: ¿alguien quisiera comprarme una piedra? ¡No se ría! Mire que tiene millones de años?! Más aún, muchos creen en que la fabricó Dios, y no creo que sea falsa… Porque si hablamos de antigüedades falsificadas en MLibre, no nos alcanzaría la vida. Pero volviendo a lo antiguo y a las hojas de cuchillos: el concepto de «si es alemana, inglesa o francesa y para colmo vieja es superior» permítanme que lo ponga un poco en duda. ¿Recuerdan las películas que veíamos de chicos? ¡Era verdad, Europa estuvo en guerra! Y para colmo 2 veces: 1914/1918 y 1939/1945 y en los 20 años que hubo de armisticio en el medio, se cagaron a tiros también. Ahora, ¿se imagina a Hitler, Churchill o De Gaulle diciendo: paren la producción de acero para cañones que tenemos que venderle cuchillos a los gauchos? Si vimos miles de veces las filmaciones de la época donde la gente donaba cualquier objeto metálico que poseyera para ser fundido y contribuir con el esfuerzo bélico, yo no confiaría demasiado en una hoja «de marca mayor» que quizás fue forjada con tapitas de cerveza! Por eso, amigos míos, en esos treinta años de masacre y miseria no pudo producirse nada de calidad, se llame como se llame. Por eso, si lo pensamos, surgió tan fuertemente allá por los ’40 la industria Tandilense y fíjense que en ningún momento mencioné ninguna marca, pero aquí sí vale la excepción: «C.A. ALLENDE» y su continuadora «LA MOVEDIZA», pioneras de todas las demás marcas tandilenses. La marca auténtica desapareció en 1963, y me veo obligado a decir «auténtica» porque me he tropezado por ahí con algunas «resucitadas», por ser fino. Piénselo bien cuando lea en MLibre «antigua hoja de Tandil» ¡Já! Por acción u omisión le quieren hacer pisar el palito! ¿Quiere un dato más? Una buena hoja tandilense (que alguna marca buena hay) de 14 cm., de acero al carbono, fabricada actualmente, igual o superior a las de hace 10 o 20 años, no supera los $30.- Eso se lo comento por si se la ofrecen en 400.-
Y esto es extensísimo. Como platero, tradicionalista, historiador e investigador de nuestras costumbres camperas, usuario de pilchas criollas, tandilense de nacimiento y un poco coleccionista, podría hablarles del resto de los objetos que atesora la Tradición y que algunos muertos de hambre bastardean. Ponchos, sogas, espuelas, rebenques, estribos, recados, etc. pasan por la misma situación -en casos peor aún- que la mencionada en este largo monólogo sobre los cuchillos. Y a modo de cierre, aún cuando sea muy repetido, no pierde vigencia este final:
MAS NAIDES SE CREA OFENDIDO,
PUES A NINGUNO INCOMODO;
Y SI CANTO DE ESTE MODO
POR ENCONTRARLO OPORTUNO,
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINÓ PARA BIEN DE TODOS
José Hernandez – Martín Fierro
Autor: PLATERO2005
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