El juego constituye para el niño, un lenguaje adecuado para la expresión de sus fantasías, de sus conflictos, de sus sentimientos, de su modo de captar y transformar la realidad; sirve para abordar situaciones conflictivas no toleradas, situaciones que el sujeto transforma para convertirlas en adecuadas para él. Además el niño a través del juego, aprende a conocerse a sí mismo, a los demás y al mundo que los rodea. Aparte de los conocimientos y habilidades que adquieren al jugar, se ejercitan en el uso del material de juego y en su propia actividad. El juego ofrece a los niños la posibilidad de desplegar su iniciativa, de ser independientes, en lugar de dejarse llevar por lo que ya está dado. Actúan de acuerdo con sus necesidades; se realizan a sí mismo; tienen ocasión de ser ellos mismos.
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0-4 meses | Las conductas lúdicas están presentes desde el momento de nacimiento. En este momento, se caracteriza por los ejercicios reflejos que expresan el montaje hereditario. Va actuando por simple placer funcional.
El interés está centrado en las manos y luego el antebrazos |
4-8 meses | Los juegos corporales le dan placer, juegan mano con mano y pie con pie. Se lleva los pies a la boca
Entre los 6-9 meses se interesa por objetos grandes |
8-12 meses | La acción del sujeto sobre los objetos es comprendido como resultado de esta actividad. Al «comprender» el resultado de la acción busca repetirlo. Por el simple placer de producir el fenómeno presente.
Al placer funcional se le agrega ahora el «ser causa» de los resultados de sus acciones Va adquiriendo un conocimiento práctico del objeto. Le divierten los juegos de aparecer – desaparecer Entre los 9-12 si interesan por objetos más pequeños como ser una miguita. |
12-18 meses | El niño aplica intencionalmente y sistemáticamente esquemas (succión, prehensión,…) coordinados ya conocidos a objetos nuevos y realiza verdaderas combinaciones lúdicas. |
19-24 meses | Comienzo del juego simbólico, en el cual una situación se representa sin relación directa con el objeto que utiliza como instrumento, ya que éste sólo sirve de soporte para evocar lo ausente. Un ejemplo es el juego de «como si….» , la imitación diferida (sin que este presente el modelo, jugar a la mamá, al doctor,…) |
2-3 años | Juega hacer dormir a la muñeca, al oso,…
Toma una cajita y la desplaza sobre la mesa haciendo el ruido del auto Juegos reglados |
3-4 años | El niño parte de combinaciones simples que van desde la transposición de escenas reales parciales a desarrollo cada vez más extendidos, hasta llegar a la construcción de verdaderas escenas complejas enteras. Se produce también la invención de seres imaginarios. Combinaciones compensadoras: el niño intenta en estos comportamientos lúdicos corregir la realidad. Combinaciones liquidadoras: el niño realiza en este tipo de juegos lo que no se atrevería a hacer en la realidad. Combinaciones simbólicas anticipadoras: el niño trata de aceptar una indicación, un consejo, una orden, anticipando las consecuencias que sobrevendrían en caso de desobediencia. |
4-5 años | Los niños intentan copear la realidad con exactitud |
6 – 7 años | Juegos de regla arbitraria |
6-7 años | Juego de reglas como la rayuela, el ladrón y policía; que se trasmite socialmente de niño en niño. Juegos sociales |
9 años | Juegos de competencia |
10 años | Juego tradicionales |
Entendemos por funciones del juego aquellos ejercicios o actividades vitales que el mismo promueve por si en el transcurso de su desarrollo.
Forma parte de la naturaleza intrínseca del juego, la sensación continua de exploración y descubrimiento
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El juego es un factor de permanente activación y estructuración de las relaciones humanas.
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El juego es factor de acción continuada sobre el equilibrio psicosomatico. Es decir que es autorregulador, un equilibrante de las tensiones y/o presiones que sufre el individuo frente al medio.
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El juego es medio fundamental para la estructuración del lenguaje y del pensamiento.
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El juego estimula en la vida del individuo una altísima acción religante. Conecta, liga o une escenas con otras escenas vividas, de su propia historia y de la historia de su comunidad.
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El juego posibilita una catarsis elaborativa inmediata. Sólo el juego permite convertir lo siniestro en fantasmático dentro de un clima de disfrute. Estimula la expulsión del conflicto y abre así nuevos espacios internos para el conocer y el comprender.
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El juego permite una evasión saludable de la realidad cotidiana.
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El juego posibilita a la persona aprendizaje.
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El juego reduce la sensación de gravedad frente a errores y fracasos