Hay distintas circunstancias en que es necesario que la madre se extraiga ella misma la leche por medio de masajes o con un sacaleches manual o eléctrico:
– Antes de la toma, cuando el pecho está tan tenso que el bebé no puede cogerse.
– Después de la toma, si en casos de congestión mamaria persiste el dolor, a pesar de corregir la postura y permitir que el bebé mame libremente.
– En las mastitis, especialmente en las infecciosas, tras cada toma.
– Para alimentar a un recién nacido que no es capaz de mamar.
– En interrupciones temporales de la lactancia (enfermedad de la madre o del niño, compromisos sociales de los padres), para que se mantenga la producción de leche.
– Para mantener una reserva congelada que permita a la madre ausentarse, sin temor a un retraso imprevisto.
– Si se desea seguir dando leche materna al incorporarse al trabajo.
Preparativos
Es importante que todo el proceso se efectúe en un ambiente cómodo y agradable, con objetos que recuerden al bebé para que se produzca oxitocina, la hormona que estimula la eyección de leche.
Antes de la extracción, es aconsejable realizar un masaje suave sobre el pecho, que puede efectuarse de dos formas:
– Presionándolo con una toalla mojada en agua caliente, que se desplazará hacia la areola.
– Comprimiéndolo entre dos manos, tratando de empujar su contenido hacia la areola, primero en sentido vertical y luego, horizontal.
En todo caso, el masaje siempre ha de ser suave y no debe causar ningún dolor ni enrojecer la piel. Por eso, muchos profesionales recomiendan utilizar sólo las puntas de los dedos y no las manos, presionando con ellos el pecho con movimientos circulares, acercándose en espiral hacia la areola de forma similar a la que se emplea para el auto-examen de los pechos.
Algunas madres empiezan por ponerse unas compresas o darse un baño en agua caliente, durante el que se dan el masaje.
En general, es al menos tan eficaz como el sacaleches y, además, es el método que habitualmente se empleará en extracciones imprevistas, de modo que es conveniente conocer la técnica.
Cómodamente sentada y un poco inclinada hacia adelante, se coge el pecho con la yema de los dedos, colocando el pulgar arriba y los dos primeros dedos debajo, a unos tres centímetros del pezón, que es donde se hallan las dilataciones de los conductos (senos galactóforos) donde se acumula la leche. Aunque esa distancia suele coincidir con el borde de la areola, su tamaño es muy variable, por lo que no es una referencia válida.
Se empuja entonces hacia atrás (hacia el tórax) y luego se comprime el pecho entre los dedos, y sin soltarlos se mueve la mano hacia adelante, «ordeñando» la leche hacia el pezón, sin deslizar los dedos sobre la piel.
Este movimiento se va repitiendo de forma rítmica (colocar los dedos, empujar hacia atrás, apretar hacia adelante), tal como haría el bebé, sin estirar ni refregar el pecho, sino comprimiéndolo con un movimiento ondulante de su lengua.
Desde la primera posición, en que los dedos se colocaban arriba (a las 12 del reloj) y abajo (a las 6), se debe luego rotar para ir exprimiendo los senos galactóforos de todos los cuadrantes.
Con la experiencia, algunas madres son capaces de ganar tiempo vaciándose los dos pechos a la vez.
Uso del sacaleches
Hay sacaleches manuales y eléctricos, y entre estos últimos, los hay portátiles, con batería incorporada. Cuando se pretende obtener leche de forma frecuente y prolongada, los más adecuados son los eléctricos, que funcionan por succión intermitente. Algunos equipos permiten la extracción simultánea de ambos pechos.
También son necesarios unos conos del tamaño adecuado para adaptarse a cada pecho.
Hay que lavarse bien las manos antes de montar el equipo y no tocar las partes que estarán en contacto con la leche.
– Tras humedecer con agua tibia los bordes de las copas, para obtener una adaptación más hermética, aplicarlo al pecho y hacer funcionar el aparato.
– En los eléctricos se debe empezar por la menor intensidad de succión y aumentar gradualmente tanto como sea posible sin sentir malestar.
– La leche puede tardar uno o dos minutos en empezar a salir.
– Conviene comprobar periódicamente la correcta adaptación de la copa, observando los movimientos rítmicos que debe hacer el pezón.
– En una sesión no deben sobrepasarse los 20 minutos para cada pecho.
– Existen unos pequeños cuencos que se colocan entre el pecho y el sujetador, para no desperdiciar la leche que suele salir por un lado cuando se está obteniendo del otro.
Al acabar, desmontar y lavar enseguida el aparato siguiendo las instrucciones del fabricante. Las partes que deban hervirse, hay que mantenerlas tapadas en la misma cazuela hasta el siguiente uso.
– Aunque hay bolsas especiales de un solo uso para facilitar su transporte y conservación, la leche materna también puede guardarse en biberones, pero es preferible no hacerlo en frascos de vidrio, porque la leche contiene células vivas que tienen tendencia a adherirse en las paredes de ese material.
– Si se emplean bolsas, es mejor no llenarlas más de tres cuartas partes, para evitar su derramamiento accidental y para que no se rompan al aumentar el volumen de la leche al congelarla.
– La leche materna recién obtenida puede mantenerse de 10 a 12 horas a una temperatura ambiente de entre 19°C y 22°C, pero si no se va a consumir en la primera hora, es mejor guardarla en la nevera.
– Siempre que se actúe con una limpieza escrupulosa, puede conservarse sin congelar durante un día o dos en un frigorífico normal.
– Para transportarla, conviene hacerlo en una heladera portátil o en una bolsa isotérmica con paquetes de hielo o acumuladores de frío (imprescindible en el supuesto de que el transporte hubiera de durar más de 10 horas).
– Si se va a congelar, deben extremarse las medidas de higiene, guardándola en recipientes estériles de plástico o bolsas especiales herméticamente cerradas.
– Puede conservarse entre dos semanas y seis meses, según la temperatura a que se congele. En el envase se hará constar siempre la fecha de preparación.
Preparación del biberón
La leche debe descongelarse dentro de la nevera y no a temperatura ambiente. Si hay prisa, se puede calentar bajo un grifo de agua no muy caliente.
Una vez descongelada, aún puede mantenerse 24 horas en la nevera, pero ya no puede volver a congelarse.
Al descongelarse, la leche se cuartea en capas y la grasa se acumula en la parte superior; por tanto, hay que agitarla muy suavemente, hasta conseguir una mezcla homogénea.
Para calentarla, se puede hacer al baño maría, introduciendo el recipiente que la contiene en otro mayor lleno de agua caliente o poniéndola bajo el grifo del agua. No conviene utilizar el microondas, porque destruye células con propiedades defensivas y no reparte uniformemente el calor, con lo que el bebé podría quemarse.
Autor: CHOCOLETTE